ORACIONES PARA TODOS LOS DOMINGOS
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
PRIMERA ORACIÓN:
Señor Dios, Rey Omnipotente: en tus manos están puestas todas las cosas. ¿Si quieres salvar a tu pueblo nadie puede resistir a Tu Majestad?
Señor: Dios de nuestros padres: ten misericordia de tu pueblo porque los enemigos del alma quieren perdernos y las dificultades que se nos presentan son muy grandes. Tú has dicho: "Pedid y se os dará. El que pide recibe. Todo lo que pida al Padre en mi nombre os lo concederá. Pero pedid con fe". Escucha pues nuestras oraciones. Perdona nuestras culpas. Aleja de nosotros los castigos que merecemos y haz que nuestro llanto se convierta en alegría, para que viviendo alabemos tu Santo Nombre y continuemos alabándolo eternamente en el cielo. Amén.
Padre Nuestro, Avemaría, Gloria.
SEGUNDA ORACIÓN:
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan sin cesar: Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza: Padre infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, Santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación. Tú para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen.
Destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria. Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre. Tú vendrás algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste. Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad. Sé su pastor, y guíalos por siempre. Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros. Que tú misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado.
Amén.
Tomado del libro Oremos viviendo el amor y la misericordia de Dios Nº 3
TERCERA ORACIÓN:
Líbrame Señor, yo te lo ruego de todo corazón, de cuantos males pasados, presentes y futuros, tanto del alma como del cuerpo, puedan aquejarme, concediéndome por vuestra bondad la paz, la salud, la tranquilidad y cuanto pueda redundar en la honra y gloria vuestra. Sedme propicio, Dios y creador mío, y acordarme la paz y la salud durante mi vida, haciendo que esta vuestra criatura logre siempre estar asistida del socorro de vuestra misericordia y que no sea jamás esclava del pecado ni del temor de ninguna turbación; por el mismo Jesucristo vuestro hijo, nuestro Señor, que siendo Dios vive en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Así sea.
Que la paz del Señor sea siempre contigo. Así sea.
Que esta paz celeste, Señor, que has dejado a tus discípulos, permanezca siempre firme en mi corazón y sea siempre entre mis enemigos y yo como muralla infranqueable.
Que la paz del Señor, su cara y su cuerpo me ayuden y protejan mi alma y mi cuerpo. Así sea.
Que la paz del Señor, su cara y su cuerpo me ayuden y protejan mi alma y mi cuerpo. Así sea.
Cordero de Dios, nacido de la Virgen María, que al estar en la cruz has lavado al mundo de sus pecados, ten piedad de mi alma y de mi cuerpo; Cristo Cordero de Dios, inmolado por el bien del mundo, ten piedad de mi alma y de mi cuerpo;
Cordero de Dios, por el cual todos los fieles han sido salvados, dadme tu paz eterna así en la vida de la muerte como en la muerte de la vida. Así sea.
CUARTA ORACIÓN
Líbrame, Señor de la codicia:
de atarme a las riquezas, como el que se sujeta
con un cinturón de seguridad al avión que vuela a su destino…
Líbrame, Señor y hazme prudente:
que me ofrezca sin esperar nada a cambio,
que exprima lo mejor de mí mismo en favor de mis hermanos,
que trabaje con los dones que me has dado
de manera que me sirvan de camino para llegar a Ti.
Que sea mi riqueza vivir para hacer tu voluntad.
Porque Tú eres mi riqueza y sin ti nada hay bueno para mí.
Líbrame, Señor, de toda codicia:
la del espíritu y la técnica, la de la fama y el dinero:
ídolos que me hacen orgulloso e insensible
y que, inconscientemente, exigen su ración diaria
de sangre y de lágrimas ajenas.
Líbrame, Señor, y hazme prudente,
para que no te busque por interés
sino porque tus promesas superan todas mis demandas;
para que te busque porque eres la mejor oferta posible,
para que te quiera porque siempre esperas de mí lo mejor,
para que te ame porque experimento que tú me amas desde siempre.
Porque Tú eres mi riqueza y sin ti nada hay bueno para mí.
Líbrame, Señor, de toda codicia:
la del brillo pasajero, la de la moneda de dos caras,
la que nunca satisface mi ansiedad
ni llena el vacío de la trascendencia…,
y que, inconscientemente, exigen su ración diaria
de sangre y de lágrimas ajenas.
Líbrame, Señor, de toda codicia,
porque Tú eres mi riqueza y sin ti nada hay bueno para mí.
Isidro Lozano
QUINTA ORACIÓN
Gracias Señor por este nuevo día, la llegada del domingo nos recuerdo el inicio de una nueva semana, de un nuevo caminar, de cerrar etapas, la oportunidad de un caminar diferente.
Dame Señor sabiduría para entender tu voluntad, para descubrir tus caminos. Dame fuerza de voluntad para saber abrazar mi cruz de cada día y aprender a verla como instrumento de salvación.
Dame la gracia de saber poner el mayor amor posible en cada acción, en cada palabra, por pequeña que parezca, pues para ti Señor no hay obra pequeña, todo depende de la intensidad de amor con que se realiza.
Muéstrame Señor el camino, dime por donde caminar, pues tú eres Señor nuestro refugio, el camino, la vida, Amén.
(Pbro.Tavo).
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